13.5.03

El regreso maldito a la ciudad de México

Regresé a la ciudad el domingo 4 de mayo por la tarde. Me sentía muy bien y el camino de regreso fue muy animado. Tuve tiempo de reponer unas cuantas energías perdidas y dormir, al menos, dos horas. Ya cuando llegamos, la ilusión del fin de semana se empezaba a deteriorar. En la central de de Observatorio, el ambiente que se respira es de franca violencia. [Eso pensé en el momento, desgraciadamente me dí cuenta de que se siente en toda la ciudad]

Recién bajados del camión, me dí cuenta de que a los encargados de la estación, les vien valiendo madres como chingdos le hagas para entrar de nuevo a la estación. Resulta que de los andenes a la parte de adentro de la estación, hay que pasar por unos torniquetes que, perdón, pero son para puro pinche mal nutrido. Sin ánimo de ofender, pienso que un judío recién salido de un campo de concentración alemán, a duras penas podría haber pasado por los putos torniquetes.

En fin las cosas pasan y algo tan pequeño no iba a lograr que me desalentara. Ah!, pero la bienvenida que nos dieron los taxistas de esta ciudad, es digna de mención. Preguntamos por la tarifa de uno de los taxis que estaban fuera de la estación, un tsuru en su últimos días de servicio. El conductor, muy gandalla, nos dice, pues se los voy a dejar barato, les cobro $100 pesos. Nos vió cara de fuereños, de verdad. Le mentamos la madre, como es debido y emprendimos nuestro camino hacia la avenida Observatorio, para tomar un taxi que pasara por ahí. Lo logramos y nos cobró $30 pesos.

No cabe duda, la ciudad es muy cabrona para quien no la conoce. El colmo, para quien la conoce también. Después de la travesía desde observatorio hasta mi casa, el cuerpo que me sostiene ya no podía más. Las maletas me pesaban el doble de lo que pesaron al subirlas al taxi y mi mente andaba en otro lado. Logré bajar del taxi y llegar a mi departamente, tirarme en la cama y sentir como la contaminación iba minando mi sistema inmunológico y me empezaba a enfermar de la garganta.

Al otro día voy al trabajo, y tengo que regresarme a medio día. La infección de las vías respiratorias de la capital me deja tumbado en cama por tres días. Mientras tanto, los pendientes se aglutinan y se hacen urgentes en mi escritorio de Brasil 37, en el centro de la ciudad más cruel del planeta.

Welcome to the jungle.

JM

No hay comentarios.: