13.4.04

Cabeza de paja

Cabeza de paja, cabeza alambique le decían de pequeño. Alguna vez le preguntó a su padre el significado de esas palabras. El hombre, de más de cincuenta le contestó que no lo sabía. Que se imaginaba un aparato monstruoso lleno de ruidos infernales y que así se imaginaba la mente del niño. Él gustaba de salir de la casa todos los días. No por desidia de hacer las labores domésticas, ordeñar las vacas, dar de comer a las gallinas, no. Salía de la casa por que le parecía un lugar endemoniado, lleno de ruidos viles, profanos, vulgares.
Se mantenía al borde de los matorrales que rodeaban el terreno. Desde ahí podía ver los altos muros de madera blanca de la casa. Con sus ojos disparejos, uno azul y el otro café, tenía una visión del mundo diferente. Con el café, veía a todos normales. Con el otro, el azul, veía a las personas deformes, agrietadas. De semblantes calmos, melancólicos, pero bestiales, amorfos, como un saco de carne sin hueso. Al juntar las visiones, al mirar con ambos ojos, veía una versión macabra de la vida. Jamás se atrevió, cuando tuvo conciencia de ello, a mirarse en un espejo.