9.11.04

Cabeza de Paja -La segunda y última gran misión del guerrero Hun Yan- parte I

Estaba parado frente a la entrada. No era visible, pero sabía que estaba a sólo unos pies de ella. Desde tiempos inmemoriales, el laberinto subterráneo que conectaba con el umbral entre esos mundos, fue mantenido en secreto y sólo algunos miembros de la Orden conocían el paradero. Sin embargo, los hijos de los Gemelos frecuentaban la zona. Con el correr de los años, el umbral había quedado integrado a la mancha urbana de la nueva ciudad de piedras y cristales. Entre la conexión de dos sistemas de transportes. La idea en un principio era dar uso a aquel túnel descubierto por los trabajadores del subterráneo. La idea era, llenarlo de gente que fuera de un lado hacia el otro, que caminara y llenarlo de alegría. La idea era, crear un espacio lúdico de fantasías y felicidades. Pero sólo se quedó en esa idea. Tiempo atrás, el último representante de la iglesia católica que formaba parte de la Orden, había muerto y con él, los secretos que conocía, pues no había encontrado discípulo digno entre su clero. De haberlo intentado, los miembros de la Orden que se opusieran o develaran los secretos, hubiesen sido perseguidos y exterminados por las altas esferas del poder de la otra religión.
Allí a medio tiro entre los dos caminos estaba el umbral, la puerta hacia el mundo de los Gemelos. Después de regresar con el Elegido a salvo, Hun Yan fue quien tomó la decisión de entregar el paquete, era él, lo sabía, y nadie más, quien debía hacerlo. La conexión síquica que había entre él y el Elegido, era apenas superada por la que tenía con sus padres el muchacho al que guió a través de las edades. Sólo así podría transmitirle la información necesaria del momento en que estaban los Gemelos, para poder considerar sus fuerzas.
La decisión fue tomada por el Consejo de Ancianos, los padres del Elegido debían esperar para poder hacer uso de todas sus facultades en la última gran batalla. Así, después de todos los voluntarios, Hun Yan, fue el único que superó todas las pruebas. El corazón de Banyana y Cadmo, volvió a llenarse de melancolía. Una vez más por los caminos que transitaban en su búsqueda de erradicar a los Gemelos, les sería arrebatado un ser querido, su otro hijo, al que habían enseñado primero. El Elegido, ya conocía a los Gemelos, los había visto en varias ocasiones a través de su aprendizaje, había visto sus signos y conocía a sus hijos.
Hun Yan, el guerrero, sabía que el destino al cual fue atado desde su nacimiento, tenía que cumplirse. Así con la frente en alto, abrazó a Cadmo y Banyana, y al Elegido. Volteó su cuerpo y avanzó hasta perderse de vista.
Ahora, allí, frente a la puerta de los Mil Ojos Sangrantes, Hun Yan, vaciló apenas un momento. Frente a los miles de ojos que lo miraban, lo escrutaban y resumaban sangre putrefacta. Han Yun extendió la mano y esta se le llenó de sangre purulenta, empujó los batientes de carne fresca y apartó los ojos a un lado.