No, no, no. Qué ya les dije que no estoy de humor

Si hay algo que me haga emputar y me convierta en el peor demonio que sus peores pesadillas pueda concebir es que traicionen mi confianza. Pueden hacer groserías, pueden golpearme; pero traicionar la confianza que he puesto en alguien es algo que merece la muerte, no sólo de la carne, también la del alma.


Para aderezar el fúnebre humor
Quiero ver un muerto
un muerto apacible
no un muerto con la cara
retorcida por un estertor.
quiero ver un muerto con la cara dormido
con la felicidad
de quien piensa despertar la otra mañana
la cara de un muerto
en la que se lean los planes del futuro.
un muerto no torturado.

quiero ver un muerto apacible
uno en el que la ira no haya entrado
un muerto no por guerra
sino por causas naturales
no un consumido por una enfermedad largísima
quiero ver la cara de un muerto
en la que de pronto pueda adivinarse la esperanza
en la que pueda verse un sueño
de la que se espere una sonrisa

no quiero ver una cara sangrante
no quiero ver los ojos perdidos
no quiero verle ahí
únicamente tumbado esperando podrirse

quiero verle la cara a un muerto apacible
un muerto tranquilo.

Migraña citadina

El lunes pasé a recoge a Eugenia a su trabajo. Ella labora en un edificio que está casi sobre Reforma, por la zona hotelera, junto al antiguo Museo de Arte Contemporáneo. Resulta que están desalojando unas oficinas que tenían enfrente y ha quedado el espacio libre para deambular por allí. De ese lado del piso, las ventanas dan al Antiguo Bosque de Chapultepec, Reforma y el Auditorio Nacional. El Bosque, de noche, parecía una enorme sombra inquietante, ominosa y poderosa. En cambio Reforma, toda llena de coches y más coches, de hecho del lado que iba hacia el Zócalo, era el más congestionado. Si yo fuera doctor especialista en el sistema circulatorio, podría haber jurado que en aquel momento, la ciudad, estaba a punto de sufrir uno de los peores ataques de migraña que conozca la historia.

JM

21 gramos de Iñárritu

Un fiasco.


He dicho.
JM