11.8.03

¡Díles que no me maten!
¡Díles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así díles. Díles que lo hagan por caridad.
— No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.
— Haz que te oiga. Date tus mañas y díle que para sustos ya ha estado bueno. Díle que lo haga por caridad de Dios.
— No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.
— Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver qué consigues.
— No. No tengo ganas de ir. Según eso, yo soy tu hijo. Y, si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.
— Anda Justino. Díles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso díles.
Justino apretó los dientes y movió la cabeza diciendo:
— No.
Y siguió sacudiendo la cabeza durante mucho rato.
— Díle al sargento que te deje ver al coronel. Y cuéntale lo viejo que estoy. Lo poco que valgo. ¿Qué ganancia sacará con matarme? Ninguna ganancia. Al fin y al cabo el debe de tener un alma. Díle que lo haga por la bendita salvación de su alma.
Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir:
— Voy, pues. Pero si de perdida me afusilan a mí también, ¿quién cuidará de mi mujer y de los hijos?
— La Providencia, Justino. Ella se encargará de ellos. Ocúpate de ir allá y ver qué cosas haces por mí. Eso es lo que urge.

Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado.

Tomado del cuento “Díles que no me maten” en: Juan Rulfo, El llano en llamas, Fondo de Cultura Económica, 1986, pp. 101 y 102

Lo encontré hace un rato y me dieron ganas de postearlo. MAESTRO

JM

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