8.4.04

Hace unos momentos decidí postear aquí uno de los primeros cuentos que escribí, pero no tenía ni idea de dónde lo había guardado. Tuve la vaga impresión de que estaría en una de las tantas cajas que tengo en casa llenas de papeles por revisar que nunca he revisado. Cuando abrí la caja —como era de esperarse— me atacó mi pasado. Y digo me atacó porque así fue, de improviso y directo a la yugular. Encontré varios textos de épocas prehistóricas, pero no el que buscaba. Lo que sí salió de la caja fue un sobre con fotos viejas, que Eugenia salvó de los viejos álbumes familiares —de mi familia, por supuesto. Y, como siempre que empiezo a "ordenar" me quedé viendo las fotillos con la inocencia del incauto. En las susodichas casi siempre salgo yo —era de esperarse si las apartó mi esposa—, pero empecé a verme y sentí unas irreprimibles ganas de llorar. Y así lo hice, desde lo más profundo de mi empezaron a brotar las lágrimas. Aún no puedo decir si fueron de nostalgia, de tristeza, de alegría, o de qué fueron. Estuve así un buen rato, a moco tendido, lagrimones y sollozos. Me vi en la infancia, la clásica foto del nene desnudo, el bebé en brazos de la mamá, los cumpleaños, mi hermana, yo y mi madre, yo y mi hermana, yo y mi padre, yo y mis tíos, yo solo. No sé porque lloré, si por acordarme de mí, si por tristeza de pensar en cómo creía que sería mi vida, si por compasión del niño que no sabía que su familia se derrumbaría de pronto, si de alegría de ver hasta dónde he llegado, si por acordarme de mi propio hijo —Orlando—, de ver que una familia puede ser feliz, si de saber que —aunque sonriente— era realmente infeliz, si de haber negado mi pasado hace tanto, si de haber roto con él porque siempre me ha dolido —estoy llorando de nuevo—, si de saber que el dolor no se ha ido, o por sentirme en un remanso de paz y poder desahogarme de tantos años. No sé si lloro por tantos momentos que se fueron, de tantos otros que nunca llegaron a suceder, por los rostros que se fueron o los que nunca llegaron o no regresaron, por las personas que no estuvieron o no llegaron a ser. No sé si lloro por lo que debería de estar llorando, si lo hago por reencontarme con mi pasado o porque por fin he roto con él, o si me he reconciliado, o volví a él. Y cómo vuelvo a él, es decir, con qué más cosas estoy regresando sobre esos pasos. No he visto más que imágenes, mi imagen en un pasado que no recordaba en algunos casos. No sé si las lágrimas son a petición de todos los que no recordaba —vivos y muertos [al revés y lo mismo]—. Serán las lágrimas por la inocencia que perdí, por saber que no puedo ser el mismo, o por recordar que puedo ser el mismo, por saber que dentro de mi estoy yo —el de la foto y yo mismo ahora y todos los que fui, todos los que soy—, o porque sé que era un niño con mucho miedo, o porque aún tengo miedo. La verdad no la sé y no sé si lo sabré.

JM

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