28.7.03

Muchas cosas por decir

He dejado bastante abandonado este blog, pero espero redimirme.

Para empezar hace dos o tres semanas, se casó una amiga muy querida, por lo cual posteé la canción de Celia Cruz. La tocaron en la boda y recordé que me gustaba, quién iba a pensar, que justo un día después de ponerla en mi blog, la señora Cruz, se iba a morir.

A la boda, asistí de smoking, para aquellos que no me visualizan así, pues, lástima. Debo decir que fue un evento muy bonito, y feliz, hace años que no vaía a tantos de mi conocidos siendo felices, aunque fuera por unas horas. Es dificil para el mexicano darse el permiso de ser feliz.

Lo anterior me lleva a una de las revelacioens que acostumbro tener por las mañanas. "El mexicano es un hombre trabajador, por que se le ha enseñado a luchar por lo que quiere, pero NUNCA se le ha enseñado a disfrutarlo". Mi padre es de Monclova, Coahuila; quien conce este páramo de nuestra república, no me dejará mentir, si digo que es algo así como Comala postindustrial. Es decir, un lugar en el que el polvo es más común que la misma gente. Poderosa capital de la sidrurgica nacional, primera piedra angular de una de las empresas más interesantes de nuestra historia reciente: Altos Hornos de México [AMHSA]. Baste decir, que dicha empresa fue pilar del nacimiento de la ciudad. Todos y cada uno de los habitantes de segunda generación, de la ciudad, entraron a formar parte de la empresa [la cual ha quebrado al menos cinco veces]. Pues bien, mi padre entró a trabajar en la empresa como ayudante del asistente del encargado del archivo muerto. Subió escalones, con trabajo duro, hasta que llegó a ser Gerente de Adquisiciones de la oficina que estaba aquí, en la ciudad de México. Ya estando en las oficinas de la capital, mi padre conoce a mi madre y ella, le enseña como vcombinar la ropa, como vestirse, como tomar alcohol, como fumar, como relacionarse, etc, etc.

Durante años, tuvieron éxito. Pero mi padre perdió el empleo, cuando, durante una de la múltiples quiebras de la empresa, decidieron llevarse todo de vuelta a Monclova, y mi padre, tan preciado de su estatus social capitalino, se negó a regresarse a su pueblo y decidió poner un negocio de material eléctrico en la ciudad, con un socio de... Monclova [medio hirónico no?], total mi padre acostumbrado a la buena vida, no hace bien sus cuentas y cae irremediablemente el el alcohol, lo que dió comienzo a la fragmentación de la familia. Y a que el perdiera un sinnúmero de propiedad, carros, casas, cuentas, acciones, etc, etc, etc, etc, etc, etc.

Mi padre, como la gran mayoría de los mexicanos, jamás aprendió a cómo ser feliz, aprendió como llegar a la felicidad, pero no cómo disfrutarla, ni sentirse a gusto en ella. Todas las personas que no saben ser feliz, una vez alcanzada la felicidad, comienzan un proceso de autoboicot, que lo arruina, para volver a levantarse [la mejor de las veces] de las cenizas, pero mi padre no fue así y ahora está allá en su pueblo tan querido sumido en la tristeza.

Lo anterior me lleva a pensar en un compadre mío, que alcanzó la felicidad y su cara se llenó de asombro, pues esperaba nunca obtenerla, pero ahora que la tiene, no sabe como disfrutarla, y sí, está autoboicoteándose irremediablemente por volver a ser gris e infeliz.

JM

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