Rotundamente me retracto
No es posible, a tan solo unos momentos de escribir el apunte anterior, salí a la calle, para darme cuenta de lo equivocado que estaba. Cientos, miles de personas se arremolinaban en las calles del Centro Histórico de la ciudad de México, andaban turisteando y retrasando mi llegada a casa.
Con un carajo, qué no se habían ido. No puede ser que uno espere su desaparición y zaz, de pronto ahí están con caras sonrientes, como si les hubieran regalado algo. No sé, el punto es que estuve, ayer, de un humor bastante antiaglomeraciones.
JM
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